Hay manjares excelentes
que tienen muy buena pinta,
mas, al verlos en el plato,
son minúsculos, dan risa,
eso sí, bien exhibidos,
alegrándote la vista;
se muestran con elegancia,
pero ¡menuda ironía!
Cuando tengo que elegir,
no pienso en fina comida,
ni refinados menús
en distinguida vajilla.
Prefiero los pescaditos,
los espetos de sardinas
clavados cerca del fuego;
acompañando unas migas
con la brisa de la playa,
que siempre saben más ricas;
un buen vino y un café,
esto si es una delicia.