Tiemblan las hojas rojas ante el frío que llega
sigiloso; desnuda, la enredadera esconde,
en su cuna de tierra, la vieja savia en donde
lleva la calidez del alma veraniega;
regresa a la embriaguez de su íntima bodega,
es tiempo de soñar, mientras el hielo ronde,
de buscar sus raíces, como le corresponde;
es tiempo de descanso, de relajar la brega.
Va pasando noviembre, una vez más, trayendo
los vientos y las lluvias; los gorriones, buscando
las semillas, se acercan turnando su llegada.
También la joven tórtola mis migas va comiendo,
creyendo que está sola mientras la estoy mirando
detrás de mi ventana; ¡es bella y delicada!
En mi patio, el otoño, su huella va dejando;
y se acerca el invierno con su mantilla helada.