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lunes, 25 de mayo de 2020

Para Elena. Mensaje en una botella


Para Elena.  C/ de los Poetas nº 777, 2º B.  Madrid

Estoy perdido en alta mar, en un bote salvavidas, sobre una góndola de olas que mecen mi naufragio. 
¿Te acuerdas del carboncillo con el que te escribí mi primer poema?, ¿y la botella de vino que me regalaste, para que la bebiera en un mal momento? Es lo único que me queda en la mochila.
Te escribo este mensaje, que dejaré dentro de la botella, en la etiqueta, esperando que algún día te lo entregue la marea; mientras me bebo el vino, y te mantengo presente en este viaje a la deriva…
Ahora, sabiendo que no volveré a verte, recuerdo todos los momentos que hemos vivido juntos, los besos cómplices enlazando nuestros labios, las caricias en espiral que nos subían al firmamento, tu cálida presencia que colmaba los instantes...
Me gustaría escribir tantas cosas, pero el espacio se achica con mi vida, y solo puedo decirte que te quiero...

martes, 30 de abril de 2019

Un extraño artefacto




Un extraño artefacto (enigma)

Apareció flotando un sin par artefacto,
una pequeña bola completamente esférica,
bruna, metalizada, con un aura esotérica...,
y me quedé callado, perplejo de ipso facto.

Se movía de forma perfecta y matemática, 
emitía un sonido de pequeños motores, 
se elevaba y bajaba, como mis estupores, 
y a la vez se acercaba..., ¡que bola más simpática!

No sé qué era esa cosa, pero busqué refugio
en una risa histérica, aún me llega el runrún...;
su recuerdo ha dejado en mí un cómico estigma. 

Parecía un satélite espía, o un artilugio
militar, o quizás mini seres de algún
otro mundo, un misterio, un verdadero enigma...


Un extraño artefacto (enigma desvelado, relato corto)

Yo vivo en la montaña, a cuatro kilómetros del pueblo. 
La belleza es exuberante en primavera, gran variedad de flores, grandes y minúsculas, cánticos de pájaros de distintos tipos y colores...
Me gusta comer en la terraza, en medio de tanta vida y belleza la comida sabe más rica.
Un día comía con unos amigos y, de repente enfrente nuestro, como a veinte metros, apareció flotando en el aíre un extraño artefacto. 
Una bola completamente esférica de color gris oscuro metalizado, de unos cuarenta centímetros de diámetro, que se movía geométricamente, como de forma matemática, y emitía un zumbido constante, como de pequeños motores, no demasiado alto, pero muy audible.
Se desplazaba en varias direcciones, subía, bajaba y se acercaba poco a poco.
Nosotros no entendíamos nada, e imaginábamos muchas cosas; parecía un mini satélite espía, un extraño artilugio militar, quizás mini seres de otro planeta. 
Era realmente alucinante, no lo podíamos creer…
El misterio se desveló cuando, al acercarse, empezaron a disolverse, creando una pequeña nube que se desplazaba hacia un olivo.
¡Era un enjambre de abejas silvestres! 
Realmente parecía una máquina totalmente esférica, el sonido de las alas parecía de motores y, como se movían compactas, parecía realmente una bola metálica. 
Se posaron en el olivo y estuvieron cuatro días haciendo un panal de cera, después siguieron su camino, probablemente, buscando un mejor sitio...

martes, 22 de noviembre de 2016

El gobierno del corazón



El corazón convocó a sentimientos y emociones para elegir quien le gobernara.
 El miedo apareció el primero y se coló dentro, sin que nadie lo viera, quedándose escondido y en silencio, agazapado en los pliegues del latido.

  El egoísmo entró por la fuerza, imponiendo su criterio: 
-¿Por qué compartir con los demás lo que puede ser solo mío? 
-¡Yo soy lo más importante! 
Sin saber que el ritmo de la vida es de todos y que los demás son tan importantes como él.

  La indiferencia empujó a la apatía, entrando las dos por inercia y, ya dentro, se acomodaron en un rincón, contagiando aburrimiento...

  El egoísmo llamó al odio y a la avaricia, nombrándoles ministros y, junto al ansia de poder, instalaron su dictadura.
  El amor está en la puerta esperando su momento, solo a veces entra tímidamente, pero el gobierno autoritario que el corazón sufre, le impide entrar con plenitud; sabe que el día que lo haga todos serán desterrados.
  El corazón anhela el gobierno del amor y todo su séquito de emociones altruistas y empáticas, pero el egoísmo, la indiferencia y el miedo, le tienen prisionero...
 Mas, cuando se libere, el amor será la ley, por lo que ésta quedará cumplida, y ante su faz se abrirán horizontes infinitos...

domingo, 3 de julio de 2016

LA NEVADA MÁS GRANDE





Hablaban en el corro los viejos de mi pueblo, contaban historias de sus años mozos, mentiras y verdades decoradas para parecer más contundentes.
Empezaron a discutir sobre quien había vivido la nevada más grande y cada uno contó su gran nevada, cada cual más extraordinaria.
Pedro el más viejo (famoso por sus mentiras), con voz queda y con un cigarro colgando de la boca, se rascó la boina y contó:
-Hace ya bastantes años fui con mi burro al campo a buscar leña y, cuando llevaba un buen trecho andado, empezó a nevar;  yo pensaba que pararía, y seguí caminando con el burro pues necesitaba la leña, esperando encontrar algún tronco.
Llevaba un buen rato caminando y, de repente, me di cuenta de que todo estaba tapado por la nieve y no reconocía ningún sitio. Empecé a preocuparme pues se metía la noche y estaba perdido. Proseguí hasta que vi, allí en medio de la nada, sobresaliendo de la nieve, una cruz de hierro y me dije: -ataré aquí el burro y pasaremos la noche, a ver si por la mañana se ven las cosas de otra manera, así lo hice y allí pasamos la noche.
Por la mañana, cuando me desperté, me quedé muy sorprendido porque lucía el sol y ya no había nieve, toda se había derretido; allí estaba yo al lado de la iglesia del pueblo empapado, pero no veía a mi burro, entonces preocupado miré hacia arriba y para mi sorpresa, allí estaba, el burro, colgado de la cruz de hierro de la torre...  Todos se desternillaron de risa...


jueves, 28 de abril de 2016

¡Adelante Don Quijote!



Hemos cabalgado demasiado hasta llegar a este molino, Rocinante, descansemos aquí un rato, que mañana Dios dirá…
Sancho se quedó en su pueblo y se hizo hortelano, aburrido del camino y de los palos que le dieron, solo quedamos tú y yo para seguir la cruzada; debemos continuar la aventura que, aquí en este tiempo, hay muchos más malvados que podamos imaginar.
Es un mundo extraño, todos parecen esclavos de su propia realidad; ya no tienen ideales por los que luchar. 
Los caballeros han dejado los caminos que llevan a la equidad, mientras crecen los mezquinos y los magos maliciosos triunfan con sus hechizos. Negocian con la mentira y entierran la verdad.  
Fiel amigo, Rocinante, compañero de mis andanzas, quedan muchas batallas y damas que rescatar, quedan muchos combates y fatigas que pasar.
Hace tiempo andaba falto de causas, y me las tuve que inventar, los molinos eran gigantes con los que poder pelear. Ahora hay tantas injusticias que no sé por dónde empezar, muchas son las victimas que tenemos que salvar; hay gigantes muy gigantes que nos quieren devorar. Así pues, Rocinante, adelante...

Cabalga Don Quijote, el caballero de la triste figura, a lomos de Rocinante, loco pero de alma noble, a la carga con su lanza, a por los nuevos gigantes... ¡Por la libertad!





miércoles, 27 de abril de 2016

Los nuevos gigantes


Imagen relacionada
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Llevaba Rocinante a Don Quijote por los caminos de la tierra en estos días, le seguía Sancho Panza en su borrico y, haciendo una parada, éste dijo:
-Estos tiempos son más oscuros mi señor, aunque haya luces que iluminen la ciudad; los caballeros no cabalgan, van en coche, y hace tiempo que dejaron de soñar.
-No me importa, amigo Sancho, muchas causas y aventuras nos esperan, mil cruzadas a cabo hemos de llevar, y a los nuevos gigantes de este tiempo de seguro nos tendremos que enfrentar.
¿No los ves en lo alto de la loma? Son más delgados, van desnudos  y pintados de cal. Mira frente a ellos, más abajo, son más grandes y llevan armaduras de metal. ¿No los ves, amigo Sancho, agarrados a esas cuerdas que están tensas, y retando al que se acerque al lugar?
-No son gigantes, los de la loma, mi señor, que son molinos eólicos, y sus aspas, al moverse con el viento, bien le pudieran dañar. Los de abajo son grandes torres eléctricas que trasportan por los cables energía, no los toque señor, aléjese de ellos, pues de seguro le pueden matar.
-Son gigantes, mi buen Sancho, son gigantes, esa vista te la tienes que mirar. Me retan a que vaya a la batalla, y a su encuentro mi lanza marcha ya.
-¡Deténgase, mi señor! Que esta batalla la tiene perdida, en ella dejará su vida y la luz se apagará.
-Espérame, Sancho, hasta que vuelva. Cortaré las cuerdas con mi lanza y uno a uno los voy a derrotar…

Negro, tembloroso y abatido, retornaba Don Quijote junto a Sancho, derrotado por un gigante gris muy poderoso, y dejando sin luz a la ciudad…

domingo, 8 de marzo de 2015

EL LIBRO DE LA SABIDURÍA


Érase un hombre al que después de muchos años de buscar y suplicar al cielo la sabiduría, éste se la concedió y quedó iluminado. 
Después de conocerlo todo se retiró a un lugar solitario en la montaña, donde escribió un libro tan profundo como bello, con palabras llenas de poesía y encanto en el que manifestaba toda la sabiduría, secretos y misterios quedaban al descubierto, para quien supiera leerlo. 
Poco después salió de su retiro y se fue a la ciudad, donde dejó el libro en mitad de la calle, para regresar otra vez a la soledad. 
Transcurrieron bastantes años, durante los cuales el libro, que fue encontrado por casualidad, adquirió tanta fama, que todos hablaban de él, de su belleza y profundidad, y se admiraban, y se preguntaban quién sería el autor de tan gran libro. 
Un día el espíritu divino movió a aquel hombre, ya anciano, a bajar a la ciudad, y caminó por las calles entregando su corazón a los hombres y hablando profundas y bellas palabras, pero de una manera sencilla y tosca, hablaba a las gentes, pero nadie le hacía caso, todos pasaban desapercibidos por lo sencillas y toscas que eran sus palabras, y por lo rotas que estaban sus vestiduras. 
Habló a los políticos, pero eran sordos a sus palabras pues iban llenas de reproche, y habló a los sabios y filósofos, pero tampoco le escuchaban pues estaban muy ocupados discutiendo sobre el libro que no tenía autor. 
Siguió caminando en silencio y con rostro resplandeciente, como quien ya cumplió su misión en este mundo, mendigando aquí y allá, y dando calor a los pocos que se arrimaban a él. 
El otro día hablando con los pájaros, me dijeron que le habían visto al amanecer muerto en una acera y tapado con unos periódicos que le habían servido de abrigo en su última noche .