Hemos cabalgado demasiado hasta llegar a este molino, Rocinante, descansemos aquí un rato, que mañana Dios dirá…
Sancho se quedó en su pueblo y se hizo hortelano, aburrido del camino y de los palos que le dieron, solo quedamos tú y yo para seguir la cruzada; debemos continuar la aventura que, aquí en este tiempo, hay muchos más malvados que podamos imaginar.
Es un mundo extraño, todos parecen esclavos de su propia realidad; ya no tienen ideales por los que luchar.
Los caballeros han dejado los caminos que llevan a la equidad, mientras crecen los mezquinos y los magos maliciosos triunfan con sus hechizos. Negocian con la mentira y entierran la verdad.
Los caballeros han dejado los caminos que llevan a la equidad, mientras crecen los mezquinos y los magos maliciosos triunfan con sus hechizos. Negocian con la mentira y entierran la verdad.
Fiel amigo, Rocinante, compañero de mis andanzas, quedan muchas batallas y damas que rescatar, quedan muchos combates y fatigas que pasar.
Hace tiempo andaba falto de causas, y me las tuve que inventar, los molinos eran gigantes con los que poder pelear. Ahora hay tantas injusticias que no sé por dónde empezar, muchas son las victimas que tenemos que salvar; hay gigantes muy gigantes que nos quieren devorar. Así pues, Rocinante, adelante...
Cabalga Don Quijote, el caballero de la triste figura, a lomos de Rocinante, loco pero de alma noble, a la carga con su lanza, a por los nuevos gigantes... ¡Por la libertad!
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