¿Hasta cuándo estaré mirando al suelo
por miedo de herirte con mi mirada?
por miedo a que no la comprendas,
que te parezca extraña y triste,
como si nunca hubiera pasado la luz
por mis cansados ojos;
terrible más que una tempestad
y que se apodera de mí, atormentándome
por no poder alumbrarte
con una sonrisa que te consolaría;
pero, aun con esa mirada,
tienes mi sonrisa,
aunque quede muda en mi mente.
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