Vivimos en la era de la imagen,
valorando el fulgor de la apariencia;
seducidos por brillos e ilusiones,
nos vamos tras lo vano, que nos ciega,
y no vemos, por más que así miremos,
lo importante, la esencia verdadera;
pues, como dijo el sabio Principito,
se ve con otros ojos su belleza.
Los luceros del alma dentro ven,
guiados por su propia luz interna...
Mirar con las pupilas interiores,
mirar con la mirada siempre nueva,
hará que nos revele los arcanos
de la naturaleza más secreta
del amor, que es guardada en el baúl
del corazón; pues late y se refleja
su latido vibrando con la vida,
que es misterio y encierra una promesa.