La tibia suavidad de tu pálida piel
acaricia miradas ávidas de belleza,
tus mejillas rosadas de cálida pureza,
sutil sensualidad, dulce como la miel.
Es tu feminidad corona de laurel
tejida por las hadas de la naturaleza,
con caricias cargadas de gran delicadeza,
y que en la intimidad, destilan aguamiel.
Eres agua que brota, que a mi lado pasó,
erótica frescura que riega mis instintos,
y su pasión devota, con mi cuerpo se unió.
Belleza de natura con sus blancos jacintos,
mi deseo alborota con arte rococó.
¡Tentadora figura de pecados distintos!
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