martes, 9 de mayo de 2017

El homo Sapiens en Altamira



De aquí para allá iba el grupo
cazando y recolectando,
muy pocos eran sus miembros
y ya iba acabando el año.
Cuando falta la comida
se mueven hacia otro lado,
si encuentran algún cobijo
descansan en él un rato.
Iban cazando bisontes,
jabalíes y caballos,
recolectaban las bayas
y raíces con sus manos.
Encontraron una cueva
muy cerca del mar cantábrico,
encendieron un buen fuego
y en su entrada se asentaron.
En la estación del invierno
hay mucho menos trabajo,
es tiempo de descansar
y escuchar a los ancianos.
Las llamas proyectan sombras,
insinuantes, con encanto,
la imaginación se activa,
crece el arte y lo sagrado.
Pintan varios animales
con carbón, óxido y barro,
tal vez por comunicar
o por algún ritual mágico.
En la cueva de Altamira
la tribu dejó su rastro,
el rastro del Homo Sapiens
que en su interior ha quedado.

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