“Los primeros recuerdos son olores”.
Hay olores que, aun siendo pestilentes,
me huelen bien; y olores que, aun oliendo
bien, me son pestilentes. Huelen mal
las cuadras, mas me llegan remembranzas
de la lejana infancia; huele bien
el clavo, mas a mí no me deleita,
pues, más bien, me satura su perfume.
Tengo bellas memorias de cerditos
mamando de las tetas de su madre,
y su aroma me llena de emoción.
Me vienen a la mente las palomas,
los nidos con pichones y las plumas;
fragancias bien guardadas, cual tesoros...
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