Mujer, me siento en la cama
igual que en el agua el pez,
nadando en la ingravidez
mientras tu voz me reclama.
Yo siento cariño y llama,
en estado de embriaguez,
y, con cálida fluidez,
en ti mi amor se derrama.
Arden las húmedas pieles
sobre sábanas de fuego;
y, destilando aguamieles,
se eleva el vapor del juego
a los más altos niveles
mientras tu cuerpo navego.