A
veces paseo la sierra tupida,
voy
campo a través, bajo un gran aflujo
de
pinos y robles, entre el canto brujo
de
aves y el olor a tierra vivida.
Allá
donde miro veo pura vida
y
siento que soy parte de su flujo;
inhalo
aire limpio, un barato lujo,
en
tanto que mi alma ríe en paz sumida.
Es
todo tan simple yendo paso a paso,
sin
pensar en nada, por la vasta senda
donde
no hay camino, tan solo el ahora.
Subo
a un alto cerro a ver el ocaso,
sin
nada en la mente, sin nada en la agenda,
ebrio
de la calma, de su voz sonora.
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