Están luchando en el frente,
ante una fiera amenaza,
con vocación y coraje,
con unas precarias armas;
arriesgando allí sus vidas
al combatir a esta plaga…
Todo el respeto merecen
nuestras huestes sanitarias
valientes como guerreros,
en esta dura batalla.
Merecen admiración,
aplausos, bellas palabras...;
mas merecen ante todo
pelear más equipadas.
Es triste, en verdad muy triste,
pues se gasta mucha pasta
en útiles de matar,
y para curar no alcanza.
Se agradece su labor,
por lo tanto hay que cuidarlas.
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