Cuando las luces se apaguen
y enmudezca hasta el silencio,
cuando cesen los latidos
que danzaban con el tiempo
y la sangre ya no corra
por las arterias del cuerpo,
me iré volando sin alas
detrás del rastro del viento.
No hay nada que me sujete,
ni siquiera los recuerdos,
me iré desnudo y con poco,
con solo el amor que tengo,
hacia las verdes praderas
que cubren el campo eterno,
a través de las galaxias,
más allá del universo.
Atrás se queda la vida,
que muerte llevaba dentro;
atrás se quedan las cosas
que otrora soñé despierto.
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