Entre espadañas de río y con alas trémulas,
revolotean con mucho brío, las relucientes libélulas.
Las aguas corren y cantan, acarician la ribera,
a ellas no las espantan, les gusta estar a su vera.
¡Cuanta vida nos ofrece! ¡Cuanta belleza regala!
Este navegar del agua, que la tierra reverdece.
Diminutas, efímeras libélulas añil,
se confunden con las hojas y las flores de abril.
Dulzura evanescente, mágica naturaleza,
entre tanta pureza se colma mi presente.
Como diminutas mariposas, quizás minúsculas hadas,
pequeñas pero preciosas, de encanto engalanadas.
Se pierde en vuestros vuelos, mi alma ilusionada,
vuela libre y sosegada, creyendo estar en los cielos.
Desde esta parcela del tiempo vislumbro la eternidad,
en este preciso momento me fundo en la infinidad.
Que no es historia ni cuento, que es pura realidad,
que la vida es un gran invento y la naturaleza es de verdad.
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