Mi legua habló y habló,
y dijo muchas cosas,
pero mi lengua se contradecía
con mis sentimientos más profundos,
con mi ser, y por eso enmudeció
para escuchar el concierto del alma...
Después habló de lo que había escuchado
y, viendo la inutilidad de sus notas,
volvió a enmudecer...
Ahora mi ser está aprendiendo a hablar sin lengua,
y quizás mañana tenga que enmudecer mi ser
y..., amar..., vivir..., simplemente eso...
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