No lo mató, señoría,
cayó sobre la navaja
que el inocente acusado,
sin intenciones, llevaba.
Su cartera la cogió
para que no se manchara
con la sangre que salía
de dentro de su garganta.
Es cierto que huyó corriendo,
fue a llamar a una ambulancia,
mas se perdió por las calles,
acabando en la gran plaza,
en donde fue detenido
con la navaja y la pasta,
y puesto en una prisión
por agentes de la guardia.
Yo creo que la sentencia
es evidente y es diáfana,
no hay culpa en esta persona
ni pruebas en la balanza,
y al testigo que lo vio
se le cayeron las gafas.
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