Hay árboles canijos que se creen maestros,
y quieren que te arrimes a su sombra de gnomo,
mas te dan buen sofoco, más pesado que el plomo,
si te dejas llevar por sus dichos siniestros.
Hay árboles humildes, mas refrescan sus estros
y embriagan con sus versos de miel y cinamomo,
con su lirismo y arte, ¡que son de tomo y lomo!;
hay árboles humildes que son mentores diestros.
En mi incursión en foros y grupos literarios,
he visto alimentar egos y vanidad
con hermosas palabras en fatuos comentarios;
también vi a los bufones de culta habilidad
burlando a los neófitos con juicios arbitrarios.
¡A veces lo que brilla solo es frivolidad!
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