Miro, tras las ventanas de mi mente, sin iris
ni retina; vacías mis cuencas de miradas
viejas, observan como desfilan, cual espadas
cortantes, los prejuicios. Y llueven sirimiris
de tolerancia sobre mis húmedas pestañas,
que parpadean ávidas de nuevas experiencias.
Y llueven, llueven claras transparencias
que dan vida a la estepa en mis entrañas.
Mi reseca esperanza reverdece,
revistiendo la tierra de mis sueños,
revistiendo con sueños a la tierra.
La duda en mi interior desaparece
y toman nuevos bríos mis empeños
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