La noche, con sus chispas centelleantes,
me lleva de la mano hacia mí mismo
y, absorto por su canto silencioso,
me interno en el misterio que la envuelve.
A veces, una estrella vagabunda
me atrae a los deseos camuflados
en los pliegues del alma de los sueños;
donde todo es posible con la fe.
A veces, tras la luna, hay una cara
que exhibe las pasiones de un amor
oculto entre sus cráteres oscuros.
A veces, la negrura de su alfombra
me invita a que sobre ella yo me monte
y, subido en su magia, un viaje emprenda...
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