El olor desprendido de la rosa
es la esencia fragante de lo bello,
perfume del sentir, fugaz destello
que llega de una forma misteriosa.
Embriaga su presencia silenciosa,
tanto al rey como al noble o al plebeyo;
su flor deja la impronta de este sello
y atrae a la sensible mariposa,
que busca sin cesar su compañía;
olvidando que ayer era un gusano
y arrastraba su cuerpo todo el día.
Lo mismo le sucede al ser humano,
el aroma que deja la poesía
le muestra un mundo nuevo de su mano.
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