martes, 27 de enero de 2015

El jardín de las luciernagas




Todo es luminoso en el jardín de las luciérnagas, flores fluorescentes, con destellos multicolores, titilan orgullosas cuando la brisa las mueve en los prados del anhelo. 
Lámparas de la noche, iluminan junto a la luna los senderos de los sueños y traspasan el umbral de las metáforas, a través de un diafragma onírico de sentimientos.
Miran los ojos transformados en pupilas que contienen universos centelleantes, sorprendidos y extasiados en cada mirada, en cada paso del momento, sumergidos en la eternidad del instante.
El presente se agiganta y contiene todo el tiempo de los relojes, todo gira en torno a él a una velocidad tan rápida, que apenas parece moverse.
Y vuela, vuela la sutil esencia que se desprende en cada latir, en cada inspiración y espiración se funde con el perfume de la vida, que se alimenta de aromas y experiencias.
Todo es maravilloso, todo es milagro en el jardín de las luciérnagas, la magia como polen fecunda las neuronas de estrellas y galaxias, pariendo luego la imaginación y la creatividad del fuego sagrado, que hace que todo sea posible.
Ya no hay marcha atrás, nunca hubo principio y no hay final, los senderos se bifurcan y expanden en todas direcciones, el centro está en todos los sitios, y la nada contiene al infinito. 
En el jardín de las luciérnagas todo forma parte de todo y solo existe el número uno, que por mucho que se divida tiende a multiplicarse para volver hacia sí mismo, pues la unión siempre estuvo.
Y en medio del jardín un palacio de cristal transparente, donde los destellos del prisma bailan con las notas musicales, en la armónica alegría de los arcos iris, que son puentes entre mundos, que son brazos que se abrazan, que son manos que se estrechan. Y dentro del palacio una luz, que deslumbra con suavidad e irradia energía vital, y en cada inhalación te renueva.
Todo es luminoso en el jardín de las luciérnagas, el amor ilumina sus ojos y ellas no son ciegas, la música acaricia sus oídos y estos no son sordos…




jueves, 15 de enero de 2015

Imágenes de infancia


No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Me viene poesía muy temprana,
poesía lejana y tierna infancia,
me llega delicada una fragancia,
fundida con el son de una campana.

Recuerdos de graneros y paneras,
palomas con sus huevos y pichones,
trinaban muchos pájaros canciones
y el trigo se trillaba en llanas eras.

Las noches de verano bajo encinas
al lado de mi padre y con la manta.
La luna con sus luces blanquecinas…

Primor de un ruiseñor que a su amor canta,
 le salen las canciones, ¡tan genuinas!,
de dentro el corazón y la garganta.

miércoles, 14 de enero de 2015

Estrellas de cristal




A la espesa neblina sigue niebla más densa,
que luego se condensa en la gota cristalina. 
Plateadas estrellas, clara geometría
en la atmósfera fría, con heladas centellas.

Son de formas muy bellas, del agua biografía,
y en la fotografía van dejando sus huellas,
no hay flores como aquellas, colores, poesía,
con tanta fantasía que me enamoran de ellas.

Son flores de cristal que parecen de sal,
que cayendo del cielo van tapizando el suelo
de forma natural  ¡Gran belleza visual!

Olvidados inviernos a la vera del fuego
entre el ocio y el juego, un ambiente ideal,
que se hace muy especial en paisaje labriego.

viernes, 9 de enero de 2015

Platero y las golondrinas (Cuadro de Reyes Ferrandiz)



Las casas encaladas hacían más radiante la mañana de ese día de primavera, los pajarillos peinaban el aire al ritmo de bulería,  y los niños jugaban al lado  una alberca al “pilla pilla”.
 Los niños nos vieron venir y en bandada volaron a nuestro encuentro, entre bromas, risas y enredos.
 Los negros ojos de Platero brillaban con luz propia, pero cuando veía a los pequeños se hacían centellas, ¡brillaban como luceros! 
 Yo conocía bien el juego que tenía con ellos, él los esperaba como distraído,  meloso, de todo ajeno, y cuando lo iban a tocar, trotaba alegre y flamenco para detenerse luego, bromeando, hasta que al fin les dejaba que acariciaran su suave pelo.
 Pero ese día se quedó “embelesao” mirando al cielo, los niños pensaban que era broma y se acercaron con tiento, pensaban que cuando fueran a tocarlo saldría corriendo , pero él seguía inmóvil, quedo.
- ¿Qué te pasa, Platero? Los zagales quieren jugar y montar tu blanquito lomo.
  Miramos arriba, con gran curiosidad, y vimos dos golondrinas en una cuerda posadas, parecían enamoradas, que miraban un mismo sueño e imaginaban nuevos vuelos. 
Estaba “ensimismao”, como cuando se contempla lo bello, a la vez que una chiquita nube de melancolía, (como las que no había ese soleado día) se reflejó en su mirada. Miró a los pequeños, luego a mí, y después nuevamente a las golondrinas…
 Los críos se fueron diciendo: 
- ¡Que aburrido estás hoy Platero, pareciera estás lelo!
 Pero yo, si soy sincero, imaginé a Platero junto a una borriquilla amiga, compañera de juegos.

lunes, 5 de enero de 2015

Elegía a un campesino

 Era un hombre del campo ¡tan sincero!,
cultivaba los frutos con las manos
con gran dedicación y mucho esmero.
De un espíritu noble, de los llanos,
poniéndole a la tierra su pasión,
al lado de su madre y sus hermanos.
Adherida a sus labios la canción,
tarareaba siempre muy sereno
entonando su voz por la región.
Me llega su fragancia a trigo y heno,
aromas de tomillo, jara y menta,
de maíz, de cebada y de centeno.
Ya a la sombra de un árbol no se sienta,
   a descansar un rato del trabajo,
cuando el tórrido sol su piel calienta.
Preparaba los surcos a destajo,
con gran constancia, ¡ya no los prepara!, 
y quitaba de paso algún yerbajo.
Él calmaba su sed con agua clara,
que sacaba del pozo oscuro y frío,
lavándose las manos y la cara.
De su tierra partió con mucho brío,
en un día de junio, emprendió viaje
hacia eternas corrientes del Gran Río,
se marchó muy ligero de equipaje.